Rebobinemos la cinta VHS hacia atrás...
¿No se os eriza el vello al ver de nuevo las imágenes de Armstrong y Aldrin caminando por primera vez sobre la superficie lunar? Aquel 16 de julio de 1969 pasó a la historia y ha quedado en la memoria de generaciones acompañado por aquella mítica frase que pronunció Armstrong al pisar la luna: «It's one small step for [a] man, one giant leap for mankind» (Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad). ¡Qué momentazo!
Ahora pasemos de playlist a la actualidad...
¿Se os erizó el vello cuando el robot explorador de la NASA, bautizado como Perseverance, aterrizó hace unas semanas en Marte? ¿Recordaréis de por vida el sonido del viento en Marte, esa brisilla? ¡Ni de coña!
La principal diferencia entre estas aventuras espaciales es la carga de emoción que aportan las personas. ¡Las máquinas no nos emocionan, lo consiguen las personas!
¿Eres consciente? Una persona es capaz de hacernos empatizar y nos lleva a sentir sus vivencias durante la experiencia. Una máquina nos resultará muy efectiva pero dejará intactos nuestros sentimientos, nos evocará frialdad.
No sé en vuestro caso pero como consumidor para mí hay 3 cosas básicas que me consiguen emocionar durante el proceso de compra:
La comunicación clara y concisa.
No me atrae escuchar un discurso precocinado, algo muy guionizado que llega a mostrar una postura forzada ante el cliente. La naturalidad mostrada de un modo espontáneo me inspira confianza.
La alegría
La alegría es sin lugar a dudas la emoción más eficaz que pueden utilizar para engancharme como comprador. Un entorno alegre es propicio para conseguir que me relaje y que lo haga también mi tarjeta de crédito.
La cercanía
Que se posicionen cerca de mí, manteniendo el contacto de una manera cautelosa, con el ánimo de detectar nuevas necesidades me genera un gran efecto de fidelización.
Pero estas palancas no esconden un santo grial para conseguir encandilar a cualquier tipo de comprador pero si que nos acercaran de manera notable a las emociones del cliente.
No permitas que ningún cliente, tanto si se acerca a ti en persona, telefónicamente o por cualquier otra vía, se marche con las emociones intactas.
Inténtalo, trata de ser el Armstrong de las ventas.
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