¿Conoces la isla de Murano en la laguna veneciana? Quizás no hayas tenido la oportunidad de visitarla pero seguro que has oído hablar de su producto estrella, el cristal soplado artesanalmente más famoso y bello del mundo.
Belleza y sensibilidad, dos características análogas al cristal de Murano y a nuestro sector, el turismo. Irremediablemente sensible ante cualquier índole social, económica, política y por supuesto sanitaria. Y a la vez indescriptiblemente bello, arraigado, cambiante y seductor.
Pero permíteme que hablemos del maestro artesano que ha estado años soplando con dedicación y profesionalidad, si efectivamente, hablemos de ti. ¿Crees que no eres una pieza clave? ¿Piensas que has dejado de ser importante? Te equivocas.
Soy bastante cauto con los posibles plazos que demorarán la recuperación turística y económica pero hay un dato demoledor que no sustenta tus sentimientos; en cuanto se pueda saldremos a viajar en estampida. ¡Soplaremos con más fuerza! Y el sector necesitará a todos y cada uno de sus artesanos enchufados.
Es muy sencillo de entender, ante una misma materia prima y un mismo fuego cada uno aportamos una diferenciación en nuestra intensidad de soplido. Pero todos somos parte fundamental de la vetreria. Unos haciendo pequeños colgantes rematados con dificultosos detalles y otros creando grandes jarrones pomposos. La industria te volverá a necesitar y serás de nuevo importante.
Y tu importancia se basará en la implicación y el compromiso que consigas mantener, en el control de tus pensamientos negativos, en no centrarte en el cuándo (aquello que no está en nuestra mano) y si en el cómo (pues tienes el control absoluto de cómo estás invirtiendo tu tiempo en este periodo). Porque el cuándo ahoga y el cómo emociona.
Y a mí me lleva a emocionarme cuándo pienso en cómo será la próxima vez que pise una recepción de hotel, el próximo embarque en un avión o la siguiente breakfast box con turbulencias. En cómo me reiré con los agentes en la próxima formación. En el tira y afloja negociando una tarifa con algún director de ventas amigo y en la emoción de madrugar para ir de excursión a ese monumento soñado. En el gusanillo de ver a alguien esperándote en un aeropuerto perdido con un cartel con tu nombre y en ese cliente que entra con los ojos brillantes acuñando su viaje como el mejor de su vida. En esa notita que te deja en tu cama quien te ha preparado la habitación con cariño. En esos delegados de ventas que recorren las calles sin titubeos y en los cabin crew que facilitan las instrucciones de seguridad con una enorme sonrisa. En los chefs que miman nuestros paladares y en la voz amable de los agentes de booking que nos apoyan en la fase de creación. En los conductores que recorren mundo con el gps de su experiencia. Me emociona pensar en el empeño que muestran los que mantienen instalaciones, en los que coordinan las compras, en los que contabilizan y en los que gestionan personas.
En definitiva me emociona pensar en vosotros, en lo importante que son cada uno de vuestros soplidos, los de todos, para que los viajeros sean y seamos felices.
¡Coge aire que seguro que pronto volvemos!
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